Otra vez Nadal. ¿Qué más se puede agregar del español? Sobre polvo de ladrillo, es el Rey. Domina a todos sus rivales. Los pasa por arriba y los hace sentir amateurs. Su nivel es supremo y salvo un mal día en la oficina –que todos lo pueden tener- o un problema físico parece imposible la caída de su reinado en la tierra colorada.
Esta tarde batió a Stefano Tsitsipas, griego de 19 años, por 6-2 6-1 en la final del ATP 500 de Barcelona y, de ese modo, alzó su undécimo Conde de Godó. Los números asustan: Asimismo, levantó su título N°77, de los cuales 55 fueron sobre clay, cedió solamente tres games en el partido decisivo, suma 46 sets ganados de manera consecutiva en canchas lentas y, además, se convirtió en el primer tenista en la Era Abierta en ganar 400 encuentros en dos superficies distintas (cemento, la otra).
Por otra parte, no hay mucho para agregar acerca de su juego. Está a la vista de todos. Hasta alguien que nunca observó un cotejo de tenis quedaría vislumbrado con uno de Nadal.
A partir del revés cruzado y su drive invertido supera cualquier barrera de resistencia que le proponen sus rivales. Los golpes de sensibilidad le salen a la perfección y entiende el momento exacto para tirarlos. Asimismo, el saque –su tiro más flojo durante algunas temporadas- está respondiendo casi sin fisuras, puesto que elevó bastante el porcentaje de primeros servicios al bajarle la velocidad y al sumarle efectos. Sus cambios de direcciones para mover al adversario y las defensas profundas y precisas cuando se ve entre las cuerdas son sublimes.
Nadal sigue imparable y, de no mediar inconvenientes, volverá a gritar campeón en los Masters 1000 de Madrid y de Roma y en el segundo Grand Slam de la temporada: Roland Garros. ¿Podrá alguien frenar a la bestia?
Por: Ayrton Aguirre