El suizo Roger Federer venció al croata Marin Cilic por 6-2 6-7(5) 6-3 3-6 6-1 en el marco de la final del Abierto de Australia y, de ese modo, levantó su vigésimo título de Grand Slam, el sexto en el Melbourne Park.
“Conocimiento de la vida adquirido por las situaciones vividas”, así es posible definir a la experiencia, según la tercera acepción propuesta por la Real Academia Española. Y si hablamos de experiencia en el tenis nos referimos a Federer, quien en la noche australiana disputó su trigésima final de Grand Slam. Conoce ese momento como nadie. Tanto es así que tiene el récord de participaciones en la instancia decisiva. Y como a lo largo de su carrera, el actual N°2 del ranking mundial aprovechó esa costumbre para lograr sumar un nuevo trofeo a su palmarés.
No bien comenzó el encuentro, Federer marcó los ritmos del partido a través de la intensidad de piernas y de la precisión de sus tiros. Además, Cilic colaboró con una gran cantidad de errores no forzados, situación que llevó al suizo a adelantarse por 4-0, ventaja que fue irremontable para el balcánico. Sin embargo y a pesar de haber cedido el primer parcial, encontró al final del set buenas sensaciones, las cuales le permitieron soñar con seguir en el partido.
En el segundo, Federer le dio vida a Cilic, puesto que perdió regularidad a la hora de la devolución, aunque al mismo tiempo el croata subió considerablemente su nivel. Ambos contaron con tres posibilidades de quiebre, sin embargo ninguno pudo aprovechar esas posibilidades. En el tiebreak, el helvético tomó la delantera, pero Cilic se repuso de manera magistral tras conectar tres winners consecutivos y, en consecuencia, se quedó con la segunda manga. Federer pecó en los momentos claves, hecho que lo condujo a perder su primer set en todo el torneo.
Mostró oscilaciones. Mutó su semblante. De la tranquilidad a la inconsistencia. No obstante, Federer volvió a relucir su servicio, recuperó el timming a la hora de golpear y cambió los errores por los aciertos. En el sexto game de la tercera vuelta, Federer rompió el saque de Cilic y al grito de “C’mon” estiró la ventaja para dejar el partido a un set de la victoria.
La historia parecía sentenciada. El inicio del cuarto parcial fue una copia del primero. Federer quebró en el primer game, tomó la delantera y para Cilic la Ferrari suiza ya no aparecía en el horizonte. Sin embargo, el auto pinchó la rueda, cedió el saque y la nave croata volvió a meterse en carrera, al punto de hilvanar cinco juegos seguidos para quedarse con esa manga.
Renacía la esperanza en Cilic. Y afloraban las dudas en Federer. Sin embargo, el suizo cambió la cubierta a tiempo y se encargó de diluir cualquier tipo de expectativa rival, cuando levantó dos break points en su primer juego de saque y, luego, rompió el servicio del campeón del US Open 2014. Después, llegó el segundo y el tercer quiebre del set. Partido sentenciado. Y tras mantener su saque, el suizo levantó sus brazos; pegó un salto y su rostro se llenó de emoción y felicidad.
Hace un año, el dirigido por Ivan Ljubicic volvía a recuperar el terreno perdido. Hoy, casi 365 después, repitió aquella hazaña. Sexto título en el Abierto de Australia; 20 en todos los Grand Slam. La leyenda de Federer se sigue escribiendo. Y continuará…
Por: Ayrton Aguirre