El triunfo que necesitaba el circuito

Wimbledon era el escenario perfecto para asaltar la mirada de todo el público amante del tenis. La Catedral se vestía de gala como lo hace cada año con el deseo de recibir una nueva final entre Roger Federer y Rafael Nadal. Justamente durante la actual edición se cumplieron 10 años del partido definitorio más recordado de la historia del evento británico. Sin embargo, Novak Djokovic tenía otros planes en la cabeza.

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El resultado de la final fue 6-2 6-2 7-6 en favor de Nole. Anderson tuvo que conformarse con el segundo lugar. / Foto: AFP

Quería demostrar que las lesiones habían quedado atrás y que la mentalidad ganadora volvía a reinar en los courts. Y paso a paso pergeñó con la tranquilidad y la dedicación de un orfebre su regreso triunfal. Ante el sudafricano Kevin Anderson –verdugo de Federer en cuartos de final- lidió por su título N° 13 de Grand Slam. En el camino hacia ese encuentro superó distintos escollos entre los que se destacan Kyle Edmund, Kei Nishikori y, principalmente, Nadal. La batalla –porque así lo fue- frente al español fue la reivindicación necesaria para demostrar su definitivo retorno. Nuevamente sacó a relucir su chapa de “distinto” y crack eterno de este deporte.

Después de haber caído en cuartos de Roland Garros ante Marco Cecchinato, Djokovic había afirmado que su presencia en la gira de césped era una incógnita. A pesar de eso, desafió la incertidumbre y en la tierra del All England and Croquet Club confirmó que la decisión de haber participado fue todo un éxito. Muchas veces arriesgar es ganar.

En Wimbledon Djokovic no sólo sumó su 13° Grand Slam y el título 70 de su carrera, sino que se convenció que su nivel tenístico volvió para quedarse y que lo mejor aún está por venir. Este resultado no era el soñado por la organización, pero si el necesario para el circuito que suma otra vez a un animador de los grandes eventos. La contienda incorpora a un guerrero con hambre de gloria y que promete seguir creciendo en pos de más trofeos.

Por: Ayrton Aguirre

Pecados de tradicionalismo

A veces es mejor cambiar. Romper las reglas y no caer en la tradición. Salir de la zona de confort. Sin embargo, las autoridades de Wimbledon parecen desconocer las modificaciones que viene teniendo el deporte y se amparan en la historia del evento más antiguo del tenis para mantener vigentes ciertos parámetros organizativos.

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El partido entre Nadal y Djokovic fue el primero en jugarse hasta las 23.00 con luz artificial. / Foto: Wimbledon

Esta edición del torneo tiene que dar lugar a la reflexión. Es el momento de poner la cabeza en frío para analizar los errores que se cometieron. Actualmente es inadmisible que los partidos se disputen sin tiebreak en el quinto set, puesto que se desvirtúa la esencia, los jugadores terminan con el tanque de nafta vacío y los espectadores se aburren. Además, los televidentes se cansan de observar y cambian de canal. ¿Quién aguanta más de seis horas viendo un partido? Si los dos que se enfrentan son Federer y Nadal, el público celebra una posible extensión en la duración del juego. A pesar de eso, esa situación es difícil que suceda y cuando los que dirimen un partido en ese lapso de tiempo son otros, las quejas se tornan moneda corriente. Asimismo, los perjudicados son siempre los tenistas.

Por otro lado, Wimbledon debe quebrar la esquematización del horario. No todo tiene que ser tan rígido. Las semifinales no pueden comenzar a las tres de la tarde cuando se corre el riesgo de que los encuentros no finalicen con luz natural –a las 21.00-. Tanto es así que sucedió este año por la extensión del duelo entre Anderson e Isner que duró seis horas y 35 minutos. En ese sentido, Nadal y Djokovic debieron jugar con el techo cerrado para contar con iluminación artificial. Así y todo no pudieron concluir con su encuentro y se debió postergar para la siguiente jornada. Allí, decidieron continuar jugando indoor cuando los Grand Slam se juegan a cielo abierto. Otro error y sigue la cuenta.

Cada cuatro años, Wimbledon coincide con el Mundial de fútbol. Si bien las dos competencias son las más importantes de sus respectivos deportes, la organización británica declinó adelantar el inicio de la final simplemente por cuestiones rutinarias e históricas. En ese sentido, si el cotejo decisivo se estira por más de dos horas chocará con el último encuentro de la Copa del Mundo. Los fanáticos del tenis se expresaron en contra de las decisiones que se tomaron en el certamen que se lleva a cabo en el All England Tennis and Croquet Club.

Como si fuera poco, Djokovic llegará a la final con menos de 24 horas de descanso, en tanto que Anderson arrastrará un cansancio físico de más de 11 horas dentro de la cancha. Algo tan excesivo como incomprensible.

En definitiva, en algunos casos los británicos pecan de tradicionalistas.

Por: Ayrton Aguirre

Sigue escribiendo la historia

El es Roger Federer. Él es el máximo ganador de Grand Slams de la historia. Él tiene el récord de títulos en Wimbledon. Él es, sin dudas, uno de los mejores tenistas de todos los tiempos.

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Roger Federer intentará finalizar la temporada como Nº1 del ranking. / Foto: Getty

Se reinventó. Mutó su modo de juego. Ajustó unas tuercas. Modificó parte de su equipo de trabajo. Y calló la boca de quienes lo daban por retirado. Pero el suizo día a día y partido a partido agiganta su leyenda.

Sus tiros suenan como la mejor Opera de Milán. El saque -con sus distintas variaciones- marca la percusión de su juego, el drive se asemeja a un violonchelo, la volea podría verse reflejada en el arpa, el revés aplica de trombón y los tiros de sensibilidad serían los violines. Federer, en tanto, es el encargado de hacerlos funcionar a la perfección. Es el mejor director que esos golpes podían tener.

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La felicidad de Federer al levantar por octava ocasión el trofeo de Wimbledon. / Foto: AFP

Hoy cerró el séptimo show de una serie de conciertos que comenzó a dar dos semanas atrás en la Catedral del tenis mundial. Venció a todos los rivales que se le presentaron en el camino. Sin ceder sets. Sin pasar sobresaltos. Y superó un cuadro que en la previa se mostraba más que complicado.

No obstante, nuevamente sacó a relucir su chapa de candidato. Esa que ganó a lo largo de su carrera, en la cual alzó 19 títulos de Grand Slam, entre ellos 8 Wimbledon. El césped londinense es el lugar en el mundo de Federer. Allí se siente cómodo, pero, principalmente, amado por el público.

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El público aplaude a Su Majestad tras consumirse el triunfo de esta mañana en la final ante el croata Marin Cilic por 6-3 6-1 6-4. / Foto: Reuters

Siempre luchó por volver a ese lugar que le pertenece. Nunca bajó los brazos. Con 35 años volvió a emocionar a los fanáticos del tenis. Su nombre estará grabado de por vida en las páginas más gloriosas del deporte. Y nadie podrá cambiar esa historia. Dios creó a un genio. Un genio que se llama Roger Federer.

Por: Ayrton Aguirre

Complicado panorama para los argentinos en Wimbledon

El predio dónde se disputa Wimbledon es considerado como la Catedral del tenis mundial. Si bien todos los jugadores admiten una profunda admiración por jugar allí el tercer Grand Slam de la temporada, los argentinos no suelen tener buenas presentaciones en el verde césped del All England Lawn Tennis and Croquet Club.

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Del Potro podría cruzarse con el serbio Novak Djokovic en un hipotetico encuentro de tercera ronda. / Foto: EFE

A excepción de Juan Martín Del Potro y de alguna arremetida del correntino Leonardo Mayer es complicado recordar a un tenista nacional alcanzar la segunda semana del certamen londinense. La mayoría no suele participar de la gira previa sobre esa superficie, puesto que priorizan tomarse una «minis» vacaciones o mismo porque deciden disputar torneos Challenger sobre polvo de ladrillo. En consecuencia a la hora de la competencia, los argentinos no suelen tener buenos resultados.

Y sí a todos esos condimentos le sumamos que el sorteo no ayuda es todo mucho más complicado. Tanto es así que en esta ocasión la lotería tampoco cayó para el lado de los representantes albicelestes.

Del Potro, la mejor raqueta del país, debutará frente al australiano Thanasi Kokkinakis, quien está ubicado en el puesto 478 del ranking mundial por una serie de lesiones que lo marginaron un largo tiempo de los courts. Sin embargo, el diestro de 21 llega al torneo venció hace dos semanas al canadiense Milos Raonic sobre esta superficie, situación que genera una señal de alarma en el tandilense, quien regresará al circuito tras recuperarse de una molestia en la zona del pubis.

Otro que sufrió un duro revés en el sorteo es Diego Schwartzman. El Peque, que está en constante progreso, enfrentará en su duelo de primera ronda al búlgaro Grigor Dimitrov. El nacido tenísticamente en el Club Hacoaj nunca ganó un partido en césped.

Asimismo, Nicolás Kicker, fanático de Vélez, se medirá contra el estadounidense Steve Johnson y, en caso de derrotarlo, jugará contra el ganador del cotejo entre su compatriota Facundo Bagnis y el moldavo Radu Albot.

En tanto, Carlos Berlocq abrirá su participación frente al georgiano Nikoloz Basilashvili, mientras que el rosarino Renzo Olivo intentará triunfar ante bosnio Damir Dzumhur.

Por último, el marplatense Horacio Zeballos buscará el pasaje a la segunda instancia ante el italiano y preclasificado Nº32, Paolo Lorenzi.

Las cartas ya están echadas. Ahora habrá que esperar para ver cómo las juegan.

Por: Ayrton Aguirre