Roland Garros, sinónimo de Nadal campeón

Volvió a hacerlo. Cuando todos lo daban por retirado, Rafael Nadal regresó al circuito y no deja de sorprender en 2017. En el polvo de ladrillo ratificó su condición de Rey y de mejor jugador de la historia sobre esa superficie.

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Nadal abraza su décimo trofeo de Roland Garros. El español acumula 15 títulos de Grand Slam. / Foto: AP

París -conocida como la ciudad de las luces- es para Nadal el sitio donde más cómodo se siente. Allí exhibe año a año que es el mejor, el más regular. Básicamente demuestra que es el distinto. Y salvo una esporádica situación su victoria no corre riesgo. Esta temporada no sólo que encendió su luz Nº10 en Bois de Boulogne, sino que también arrasó con todos sus rivales. Nadie le presentó oposición. O, mejor dicho, Rafa no le dio chances a ningún oponente.

Su nivel fue superlativo de comienzo a fin. Desde la primera ronda ante el local Benoit Paire hasta la final contra el suizo Stan Wawrinka. No cedió sets. Incluso en su «peor» encuentro perdió tan solo ocho games. Una locura.

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El zurdo de 31 años lo hizo por décima vez. 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017 los años en los que Nadal gritó campeón en el certamen parisino. / Foto: AFP

Nadal sienta, constantemente, precedentes. Rompe con cualquier barrera que se le ponga en el camino. Agiganta su leyenda. Y, mientras pasa el tiempo, él sigue consagrándose en el Abierto de Francia. 97 por ciento de cotejos y 91 por ciento de parciales ganados a lo largo de sus trece participaciones, donde levantó en diez ocasiones el trofeo, marcan una carrera de ensueño.

En la tierra batida, el español es imparable. Pasan los torneos y siempre el ganador termina siendo el mismo. Los deslices son mínimos y confirman, por suerte, que es humano porque lo mostrado esta temporada sobre el clay francés hace pensar todo lo contrario. La fiera está cada día más encendida. Y quiere seguir escribiendo las páginas más gloriosas del tenis mundial.

Por: Ayrton Aguirre

Final confirmada

El español Rafael Nadal y el suizo Stan Wawrinka protagonizarán el próximo domingo la final de la edición 2017 de Roland Garros, luego de vencer en las semifinales al austriaco Dominic Thiem y al británico Andy Murray, respectivamente. Será el partido Nº19 entre ambos.

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Según su círculo más cercano, el nivel que está desplegando Nadal es el mejor que mostró en toda su trayectoria. / Foto: Reuters

El zurdo, oriundo de Manacor, ratificó en el polvo de ladrillo de la Philippe Chartier su fantástica temporada. Desactivó sin inconvenientes la amenaza que generaba en la previa el juvenil de 23 años. La solidez de su servicio más la gran efectividad en la devolución le permitieron a Nadal sellar el pase a la final sin perder ningún set. Esta jornada despachó a Thiem por 6-3 6-4 6-0 y, en consecuencia, intentará ganar por décima vez en su carrera el Abierto de Francia.

Por otro lado, Wawrinka no quiso que se sienta la ausencia de su amigo Roger Federer. Ante la baja de su compatriota, el actual 3 del ranking ATP desplegó su mejor versión tenística a lo largo del certamen -cedió sólo dos parciales-, venció esta mañana a Murray por 6-7 6-3 5-7 7-6 6-1 en cuatro horas y 34 minutos de juego y alcanzó el encuentro decisivo del evento parisino por segunda vez en su carrera. Con el revés a una mano y su mentalidad como máximos estandartes buscará evitar que el español se suba nuevamente a lo más alto del podio.

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Piensa y ejecuta. Stanimal quiere romper con todos los pronósticos y derrotar al español en la final. / Foto: AP

Se viene un duelo más que emocionante. Promete. Y bastante. Además, una racha se verá afectada, puesto que Wawrinka está invicto en finales de Grand Slam (3/3), en tanto que Nadal nunca perdió una definición en Roland Garros. La mesa está puesta, sólo falta que los protagonistas cumplan con lo esperado para los espectadores se vayan satisfechos.

Por: Ayrton Aguirre

Nada mejor que Roland Garros para volver a tomar impulso

El polvo de ladrillo es la superficie predominante en el territorio argentino. Los jugadores se crían en clubes con esas canchas. Y, a lo hora de los torneos, la ductilidad y los rendimientos que despliegan es notorio. Sin embargo desde el retiro de David Nalbandian y de las constantes lesiones que obligaron a Juan Martín Del Potro a abandonar temporalmente los courts, los argentinos pasaron casi desapercibidos en los Grand Slams.

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Renzo Olivo en su victoria ante Tsonga / Foto: AFP

Tanto es así que hay que retroceder cinco años para encontrar, como mínimo, a tres tenistas nacionales en la tercera ronda de un evento de esa magnitud (Del Potro, Leonardo Mayer, Juan Mónaco y Eduardo Schwank en Roland Garros 2012). Y que mejor que el Abierto de Francia, donde Guillermo Vilas ganó hace 40 años su primer título de Grand Slam,  para cortar con esta racha.

La consagración del equipo argentino de Copa Davis en Zagreb el año pasado alentó a la prensa a imaginar un futuro prometedor a través del progreso de los integrantes del conjunto campeón y del contagio en los que no fueron parte de esa nómina. A pesar de eso, el comienzo de temporada no fue del todo alentador para los que estuvieron en Croacia. No obstante, en esta nueva edición del campeonato parisino, los argentinos sacaron a relucir lo mejor de ellos y captaron la atención de todos los fanáticos de este deporte.

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La derecha de Del Potro sigue intacta. / Foto: AP

Horacio Zeballos y Diego Schwartzman confirmaron su buena temporada. El marplatense alcanzó la cuarta ronda del certamen francés, donde cayó ante el austriaco Dominic Thiem, mientras que el porteño de 24 años puso en jaque al serbio y número dos del mundo, Novak Djokovic, pero terminó cediendo tras cinco peleados sets en la tercera vuelta.

Por otro lado, Del Potro volvió a Roland Garros tras cuatro años de ausencia. Si bien no pudo desplegar su mejor versión tenística, el tandilense mostró una gran avance en el revés -su golpe más endeble- y, además, pudo sobrepasar los problemas que le genera jugar sobre tierra batida. Sin embargo, no todo fue positivo para el dos veces medallista olímpico, puesto que mostró ciertos inconvenientes físicos, que expusieron su falta de ritmo en la temporada, situación que sufrió ante el británico Andy Murray, quien lo eliminó en la tercera instancia. Asimismo, aún no logra encontrar un entrenador para sumar a su equipo de trabajo.

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El Peque demostró que no tiene nada para envidiarle a los mejores del mundo. / Foto: EFE

Los otros jugadores argentinos alternaron más buenas que malas. Las performances de Nicolás Kicker y de Renzo Olivo fueron mucho más que positivas. Ambos compitieron por primera vez en el cuadro principal del segundo Grand Slam del año. El fanático de Vélez superó un duro debut ante el bosnio Damir Dzumhur, pero luego perdió frente al uruguayo Pablo Cuevas. En tanto, el rosarino, 91 del escalafón mundial, consiguió un sobresaliente triunfo tras derrotar en la rueda inicial a Jo Wilfred Tsonga, la primera raqueta francesa del ranking. Después de ese arduo encuentro quedó eliminado en manos del británico Kyle Edmund.

La tarea de Guido Pella y de Marco Trungelliti son, también, para destacar. Los tenistas pasaron la clasificación del torneo y sumaron una positiva cuota de confianza para encarar el resto de la temporada de otro modo. El santiagueño llegó por segundo año consecutivo a la segunda ronda, pero dejó pasar muchas oportunidades para seguir avanzando en el certamen.

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Zeballos tuvo su mejor actuación en un Grand Slam. / Foto: Reuters

Lo máxima preocupación pasa por Federico Delbonis. En menos de un año cayó alrededor de noventa posiciones en el ranking y una serie de lesiones no le permiten retornar a su mejor nivel. El zurdo no encuentra regularidad y es por eso que volverá a jugar torneos Challengers para alimentar su confianza.

Párrafo aparte para el reconocimiento que tuvieron los argentinos en Bois de Boulogne. Olivo ante Tsonga, Del Potro contra Almagro, Zeballos frente a Goffin y Schwartzman en su duelo con Djokovic abandonaron ante una gran ovación los estadios.

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Tras cinco años de ausencia, Del Potro se ganó el cariño del público parisino. / Foto: AFP

Ahora es el turno del césped, donde históricamente los argentinos no se sienten muy cómodos, pero donde intentarán prolongar este buen momento tenístico.

Por: Ayrton Aguirre

No lo dejen afuera

El mundo del deporte parece un sitio placentero para los oriundos de la ciudad de Rosario. Cuna de excelentes deportistas como Luciana Aymar, Lionel Messi, Santiago Solari, de grandes entrenadores de fútbol como César Luis Menotti y José Pastoriza, de Roberto Fontanarrosa -uno de los máximos exponentes de la literatura y el deporte-, del campeón olímpico en la maratón de Los Ángeles 1932, Juan Carlos Zabala, y de una innumerable lista de atletas que se destacaron en sus respectivas disciplinas. Sin embargo, no hay que dejarlo afuera de este grupo de personalidades a Renzo Olivo, quien gestó hoy un hecho histórico en su vida.

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Olivo y un grito de gloria. / Foto: Reuters

El tenista, que se ubica en la posición 91 del escalafón mundial, forjó esta mañana el triunfo más importante de su carrera al derrotar al francés Jo Wilfred Tsonga en la cancha principal de Roland Garros. Una victoria que soñó una y otra vez cuando emprendió a los 12 un viaje a Francia más que complicado por las distintas incógnitas que esto generaba. A tan temprana edad y, durante cuatro años, se hospedó solo en una academia de aquel país con el objetivo de alcanzar el deseo de su vida: ser jugador profesional. Y vaya que hoy dio un paso que no va a olvidar fácilmente.

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El argentino se consagró campeón de dos torneos Challengers (Santos y Buenos Aires) a lo largo de su trayectoria, ambos en 2016. / Foto: AFP

El ganador de la Copa Davis 2016 intentó esta temporada dar un salto en su carrera para seguir progresando tanto en su juego como el ranking. Asimismo y siguiendo esa línea, el fanático de Newell’s -club de la primera división del fútbol local- contrató a Javier Nalbandian -hermano de David-. A partir de esa incorporación a su equipo de trabajo, Olivo creció en todos los aspectos de su juego, aunque se destaca uno: la cabeza. Luego de cada torneo se focaliza en el siguiente y no se aferra a lo que genera cada derrota, sino todo lo contrario, es decir, lo utiliza como una experiencia para sacarle provecho en los siguientes certámenes.

El Ilusionista -como así se lo conoce- quiere seguir desparramando magia en el polvo de ladrillo parisino. En cada oportunidad posible impacta sus drop shots característicos, que obligan a los presentes en cada a estadio a pararse para aplaudirlo de pie. Y, que mejor que Roland Garros, para ganarse aplausos y ovaciones.

Por: Ayrton Aguirre