Un Topo que asomó alto en Córdoba

No existe lugar en el mundo para uno más ideal que donde uno vive. La tierra que te vio nacer es siempre un lugar ameno para reencontrarte con tus mejores sensaciones. Y, además, con aquellos momentos que con el correr de los años permanecerán guardadas en el baúl de los recuerdos.

Cordoba Open
Foto: Córdoba Open

Jesús María es el terreno de la doma y, desde hace 25 años, la residencia de Juan Ignacio Lóndero, donde empuñó por primera vez una raqueta. Ayer, después de pelearla durante un largo tiempo, logró el sueño de su vida: coronarse en un torneo ATP. Y lo hizo nada más y nada menos que a menos de 60 kilómetros de su casa tras vencer a Guido Pella por 3-6 7-5 6-1 en la final de la edición N°1 del Córdoba Open, que se realizó en el complejo deportivo del Mario Alberto Kempes, en la capital cordobesa.

Con la presencia de sus amigos en las tribunas, el Topo –como lo llaman los más íntimos- tuvo su semana memorable. Esa que será difícil de olvidar en el corto plazo. A partir de sus martillazos de drive y de revés, bajó a Nicolás Jarry, Lorenzo Sonego, Pedro Cachín, Federico Delbonis y al ya mencionado Pella. Los últimos tres, argentinos. En esos duelos, el público estuvo de su lado.

Gracias a una invitación por parte de la organización, Lóndero logró disputar el cuadro principal del torneo. De modo contrario, estaba obligado a superar la clasificación. Sin dudas, el destino jugó de su lado. Atrevido, suelto y decidido sumó su primer triunfo a nivel ATP, encadenó una serie de victorias y terminó festejando a puro baile en medio de la cancha central con su equipo de trabajo y los más cercanos que se acercaron para vivir y disfrutar una ocasión inolvidable.

Asimismo, escaló 43 posiciones en el ranking, situación que lo ubica hoy como el nuevo 69° del mundo. En consecuencia, se aseguró ingresar de manera directa a Roland Garros y Wimbledon, lo que significa un ingreso mínimo de casi 100.000 dólares. Una valiosa cifra que le permite encarar el año de otra manera. Más distendido y sin la obligación de pensar en cómo poder subsistir en la picadora de carne que es el circuito. Y, de yapa, podrá viajar con el Gringo Schneiter, su entrenador, quien lo bancó cuando no tenía dinero para poder pagarle las prácticas.

Tenis para mantenerse le sobra. Golpes para seguir dando sorpresas, también. Lógicamente siempre existen cosas para desarrollar, pero con los pies bien afirmados sobre la tierra seguramente seguirá dándole alegrías al tenis argentino.

La vida de Lóndero cambió por completo.

Por: Ayrton Aguirre